El principal encargado de “fijar” el hombro y darle estabilidad es el conjunto de músculos que conforma el manguito rotador
Cuanto mayor es la movilidad de una articulación, más inestable puede llegar a ser, de todos los tipos de articulación, la esférica (enartrosis) es la que mayor movilidad permite, como serían la cadera y el hombro. De forma muy resumida, se compone de una esfera que se introduce en una cavidad que dispone de muchos ejes de movilidad: flexión-extensión, abducción-aducción, rotación y circunducción.
Para que pueda ser tan móvil ha de tener posibles posiciones a las que ir disponibles y por lo tanto ser menos “fija”, esto puede parecer una obviedad, pero comprenderlo permite entender la raíz de gran parte de las molestias que se padecen en el hombro. Algunas de estas molestias más frecuentes sonn:
- Tendinitis del Manguito de los Rotadores (Supraespinoso).
- Tendinitis Bicipital.
- Tendinitis Calcificante.
- Bursitis.
- Rotura del Manguito Rotador.
- Capsulitis Adhesiva.
El principal encargado de “fijar” el hombro y darle estabilidad es el conjunto de músculos que conforma el manguito rotador (supraespinoso, infraespinoso, subescapular y redondo menor), estos 4 músculos con origen escapular rodean y se insertan en la cabeza del húmero.
La clave tanto de la prevención de aparición de lesiones o recidivas, como del tratamiento de la propia lesión gira entorno a la combinación entre la movilidad adecuada del hombro y a la fuerza y coordinación del manguito rotador.
Una movilidad insuficiente puede generar estrechamientos en el espacio subacromial creando inflamación por pinzamiento, y una función deficitaria de los manguitos rotadores puede favorecer la aparición de luxaciones o de lesiones capsulares por desplazamiento de la cabeza del húmero.
¿Cómo podemos evitarlo?
Cuando se realizan intervenciones orientadas a la mejoría de la movilidad y a la ganancia de fuerza se reducen las molestias y se prepara la articulación para realizar las acciones del día a día que antes causaban dolor o limitación del movimiento. Las intervenciones han de ser progresivas y adecuar las cargas a cada persona en función del grado y tipo de lesión, si es que existe lesión, e ir aumentando la exigencia a media que la articulación se adapta al ejercicio.
En la mayoría de los casos, cuando se padece de dolor en el hombro es fundamental reducir el tiempo de inmovilización de la articulación al indispensable, siendo la mejor pose a mantener la de ligera abducción y evitando las rotaciones internas que puedan generar acortamientos que a largo plazo en el proceso de rehabilitación acaben siendo contraproducentes. Es clave iniciar lo antes posible la rehabilitación, no solo para evitar los déficits musculares propios de la inmovilización, sino también para evitar posibles lesiones originadas por las compensaciones que se realizan con el resto del cuerpo en el día a día para salvar la falta de movilidad del hombro.
Oliveira, C., Navarro García, R., Navarro Navarro, R., Ruiz Caballero, J. A., Jiménez Díaz, J. F., & Brito Ojeda, M. E. (2007). Biomecánica del hombro y sus lesiones. Canarias medica y quirúrgica.